viernes, 7 de marzo de 2014

Capítulo 44: "Avanzando un poco más".

Yami iba enfadada, caminando por la acera. Su madre la había acompañado aquel día la mitad del camino hasta la escuela, y no había parado de regañarla por cosas vanas. Sobretodo porque llegaría tarde. 

Así que cuando cruzó el umbral hacía el patio, estaba molesta, a pesar de que era viernes y eso significaba la entrada al fin de semana.

Pero de inmediato ese ánimo se desvaneció; pues a unos cuantos pasos de la entrada estaban Akita y Kenta. Fue obvio el por qué Yami se alegró... ― ¿Qué hacen aquí? ― les preguntó ― ¿No se supone que deberían entrar a clases?

― ¿Has visto la hora? ― inquirió el chico bajito.

― Si ya sé... es tarde....

― Entonces, ya no podemos entrar a clase. Ya sabes que la maestra se pone pesada si llegamos tarde... ― expuso Kenta.

― Además, no entrar a clases de vez en cuando, es divertido ― terció Akita, acercándose más a Yamile con una sonrisa. 

Aquello dejó a la chica sin aliento durante un par de segundos. Aún tener a Akita tan cerca, era algo que la desconcertaba; porque en cuanto sentía la presencia del chico frente a ella, tenía el fuerte impulso de arrojarse sobre él, abrazarlo... y sí, de paso besarlo. Así que agachó la vista, sonrojada. 

Cada vez le era más difícil ocultar lo que sentía.... 

De pronto recordó algo y alzó la vista de golpe para mirarlo; anoche le había dado el dibujo a Akita... ¿Lo habría visto ya? ¿Habría entendido lo que eso significaba? ¿Qué pasaría ahora? Y estuvo a punto de decirlo... sin tapujos, sin trabas ni indirectas... quizá eso era lo que Akita quería; lo que ella necesitaba. Confesándose así, frente a frente, podrían dejar las cosas en claro...

― ¿Qué pasa? ― preguntó Kenta, mirándolos. Cortando sin querer -o muy probablemente, a propósito- ese momento entre ellos.

― No... nada ― dijo ella, bajando de nuevo el rostro y sacudiendo la cabeza. Ya habría tiempo después...

Los tres comenzaron a caminar, mientras conversaban... aunque a la distancia cualquiera habría notado que ahí había una nota discordante... esa nota era Kenta. Los otros dos jovenes andaban y casi sin querer, mostraban más atención el uno por el otro, al grado de que básicamente ella sólo iba acompañando a Akita; pero claro, aquel chico de rasgos graciosos y pequeño, no iba a dejar que la chica a la que quería, estuviera muy cerca de alguien más.

― ¿Entonces Yamile? ¿Qué dices de eso? ― preguntó Kenta, tratando de llamar su atención a como fuera.

― ¿Ehh? ¿Sobre qué? ― Se vio obligada a preguntar ella, desconcertada y avergonzada; admitiendo con ésto, que tan poca atención le había prestado a su amigo ante la presencia del chico que le gustaba. 

Kenta sonrió, un poco incómodo. No esperaba que ella lo ingorara... sin embargo, fue peor en cuando Akita la llamó y de inmediato ella acudió a él... debía ser doloroso para aquel chico ver ese tipo de situaciones, pero al parecer, a ellos no les importaba mucho.

― ¿Qué pasa? ― preguntó ella, en cuanto estuvo con la atención de vuelta en Akita.

― Me he torcido el tobillo... ¿Podría recargarme en ti? ― le dijo él.

Yami estuvo a punto de soltar una risa incrédula. Podía darse cuenta que Akita no era de esos chicos que se quejaban demasiado por una simple torcedura, que por demás, no debía ser grande porque lo había visto caminar como si nada.... por ello, no necesitaba usarla a ella como una especie de muleta. Sin embargo, le sonrió gustosa y accedió. 

Entonces, él la dejo muda por un par de segundos. Pues en vez de utilizarla como recargadera, simplemente le dio un abrazo. Yami sintió como su cuerpo reaccionaba ante aquello... como sus mejillas se sonrojaban y como su piel hervía donde estaban los brazos de él. Pudo haber girado el rostro y haberlo besado... pero no se atrevió. No pensaba que un beso en esas circunstancias, fuera la mejor opción...

De pronto, Akita se separó sin quitarle uno de los brazos del hombro, y le hizo un ademán para que empezaran a caminar. Los tres avanzaron por la escuela, hasta llegar al patio trasero de la escuela, en donde se encontraron con varios amigos de Akita. El único chico al que ella reconoció fue a Yoshiro (aquel chico curioso de cabello semilargo y con el piercing en la lengua), pero de algún modo, pronto todos comenzaron a entablarle conversación.


Akita poco a poco se integró al grupo, y de algún modo, como ella llegó ahí por él, decidió que era mejor acoplarse y comenzó a hablar con un chico que llevaba una guitarra y que comenzó a tocar un par de canciones que a ella le gustaban. Era un chico alto, robusto y de cabello un poco claro. Ambos comenzaron a hablar bien, pero de algún modo, la mala memoria de Yamile hizo que no recordara su nombre. Aún así, eso no evitó que él si recordara el de ella y que se despidiera de ella... a veces ella misma pensaba, que era muy despistada con la gente; pero si que recordaría como él tocaba la guitarra... 

***

Cuando Yamile regresaba al salón -únicamente seguida por Kenta, ya que Akita se había quedado con el resto de chicos-, Akane la esperaba en el pasillo con los brazos cruzados sobre el pecho, mirándola tal como una madre miraría a sus hijos al pillarlos en alguna travesura. 

― ¿Qué pasa? ― le preguntó la chica a su amiga, al mirarla en tal estado.

― Te saltaste la clase ― le dijo acusadoramente.

― Ah... ― estuvo a punto de reír ante tal comentario ― Llegué tarde, además me encontré con Akita y con Kenta... y conocí a.... ― pero Akane la interrumpió.

― Yamile Genji, usted no debería hacer eso... 

Yami pasó de largo frente a ella, entró al salón y se sentó en su lugar habitual. Akane solía ser muy pesada y no quería que eso afectara su actual ánimo alegre. Quizá era algo muy egoísta, pues sólo estaba pensando en lo que ella quería... pero le molestaba mucho que su amiga se tomara esa actitud. 

Así que el resto del día, Akane se mostró enojada con la chica... incluso Kenta parecía molesto, y no lo culpaba, pues todo el tiempo había sido "ignorado". Así que ese día ambos permanecieron sin prestarle atención a la chica.

***

Cuando Yamile salió, como su amiga seguía "enfadada" (aunque quizá el término correcto era "haciendo berrinche" por no poder aplacar a Yami), se quedó sola esperando a que pasaran por ella. De pronto, sintió cuando Takeshi le posó la mano en el hombro para hacerla voltear a verlo; pero cuando ella giró, su atención se centró de inmediato en el chico que venía caminando unos pasos por detrás de él.

Era irónico, que hace tan sólo unos meses habría prestado más atención al mismo Takeshi, sólo por el "encaprichamiento" que sintió por él...; pero que en ese instante, parecía que todo se hubiera invertido; e incluso involuntariamente, alguien como Akita llamaba aún más su atención.... ¿Sería ésto otro encaprichamiento?


Takeshi abrió y cerró la boca, en un ademán que indicaba claramente que quería decirle algo, pero no estaba muy seguro. Sin embargo, fue interrumpido por Akita, quien al estar a la misma distancia que ellos, le dijo a Yamile.

― Esteee... ¿Podría hablar contigo, sobre algo? ― Y le brindó una sonrisa cálida, desarmándola de cualquier posibilidad de rechazar aquello.

― Por supuesto. ― Entonces él le puso un brazo alrededor de los hombros y la apartó de Takeshi, que aún los miraba desconcertado.

Cuando ambos estuvieron suficientemente alejados, se detuvieron y ella agachó la vista "¿Ha llegado el momentó? - pensó - "¿Debo confesarme ahora, o esperar a que él hable?"

Sintió como sus manos comenzaban a temblar de nerviosismo. Y dio un respingo cuando su celular comenzó a vibrar, tras un mensaje. 

― ¿Qué pasa? ― le preguntó Akita, al percatarse del sobresalto.

― No, nada... simplemente mi mamá, que me ha avisado que mi padre no ha regresado de trabajar. Y que pasara por mi en el auto de mi tío.

― Oh... ya veo ― dijo simplemente él. Suspiró y la miró fijamente a la cara. Luego se hizo un silencio un poco corto...
― Hermanita... ― Comenzó a decirle él. ― Sé que últimamente has estado... triste... y he leído en internet, que hay alguien que te gusta. ― Ella sintió miedo... el momento se acercaba ―  Pero.... yo me preguntaba.... ¿Podrías decirme quién es esa persona? ― hizo una pausa ― ¿Quién te gusta? ¿A quién quieres tanto, hermanita?

Yamile tragó saliva, escuchando aquello atentamente; sintiendo el remolino de pensamientos en su cabeza.... ¿Realmente él quería saber? ¿Era buena idea decirle?..... Y a pesar de que ella había hecho aquel dibujo tan claro, a pesar de toda la atención que ponía en él... si Akita le preguntaba, era porque no se daba cuenta de que él era a quien ella quería; y si no se daba cuenta, debía ser porque ni siquiera podía imaginarse con ella ¿No?.... además... "Hermanita". La palabra resonaba en sus oídos... en su momento le había agradado ser llamada así por él. Le había agradado ser tomada en cuenta por él y que esa palabra significara su amistad... incluso ahora le agradaba, pues de alguna manera, la hacía sentir importante. Pero le daba miedo que esa misma palabra significara un muro... una montaña, que le impidiera ser algo más para el.... temía que con esa frase, él le estuviera dando a entender el único lugar que ocupaba para él. 

Quizá, después de todo, no era buena idea confesarse así... no en ese momento, no bajo esa pregunta... no ante la incertidumbre y dudas de ambos.

― ¿Para qué quieres saber? ― dijo ella, escapando a las preguntas.

― mmmm... ― él pareció pensarlo durante un par de segundos ― ... si tú me dices, te diré... no tiene caso decirlo antes. Por favor dime ¿Quién es él?

Su corazón latía con demasiada fuerza, sentía algo oprimiendo su torso y un enorme nudo en la garganta ― No sé que tan buena idea sea decirte... ― volvió a irse por la tangente.

― Prometo que no te juzgaré.... ni le diré a él. Anda, dímelo ya, por favor ― casi suplicó, Akita.

Y en eso, él se puso de pie frente a ella, mirándola fijamente a los ojos. Fue un momento que le hizo querer gritarle que lo quería... que amaba su mirada... que esa misma mirada que le estaba brindando en ese momento, la derretía y que provocaba que ella quisiera abrazarlo para siempre, ocultarlo y cuidarlo ante la vulnerabilidad que esa cálida mirada le mostraba. Que quería mirar para siempre esos ojos... ese mar de emociones y cosas que ella veía en ese par de cristales. Pero todo eso lo mantuvo oculto... perdiéndose a cada segundo en los ojos castaños. 

Ella abrió los labios, trémulos; exhalando su miedo... Probablemente no habría otro momento.

De pronto, las luces de un auto que se estacionaba frente a la acera donde estaban ellos, la hizo sentir vulnerable y expuesta. Quiso cobijarse y ocultar esa sensación entre los brazos de él y volver a ser abrazada.


Pero todo momento íntimo entre ellos, fue interrumpido por el sonar del claxon de ese mismo auto, provocando que ella girara el rostro en esa dirección.

Y palideció. Porque su tío el menor, la miraba fijamente al otro lado del parabrisas; esperándola. Y ahí estaba ella, expuesta... mostrándo esos sentimientos, ese acercamiento con Akita... cosas que ellos en el auto, aún desconocían.

― D-debo ir-me ― tartamudeó Yami, dejándolo desconcertado unos segundos. ― Han llegado por mi... ― e hizo una seña con la cabeza, en dirección a la camioneta. 

― Oh... ya veo ― parecía que había comprendido la repentina incomodidad de la chica... ― Entonces... supongo que nos veremos el lunes ¿O no?

― Ajá...

― Y ya me dirás lo que te he preguntado ― insistió él. Luego se agachó para darle un beso en la mejilla ― Cuídate. Adiós.

― Adiós... tam-también cuídate.

Y sin más ella avanzó hacía la puerta ya abierta, de la camioneta. Luego subió.

Aún sentía el corazón en la garganta, provocándole un nudo y sus oídos ensordecidos por los latidos. Pero fue más vergonzoso al darse cuenta de que dentro de la camioneta, no solo estaba su tío menor y su madre; sino que también estaban otros miembros de su familia.

― Eeeeey, Yaaaami ― le dijo su tía Kaorumi, la hermana menor inmediata de su madre. ― ¿Quién era ese chico? ¿Tu novio?

― No. Me parece que eso sería si Hide (quién manejaba), no la hubiera interrumpido ― puntualizó Shinya, su otro tío ― Yo te habría dejado continuar, hasta hubiera mirado discretamente hasta que tú te dieras cuenta... o habría ido a dar una vuelta hasta que eso se solucionara. Era más que evidente, que estabas a mitad de algo... importante... y...

Yami se cubrió el rostro, demasiado avergonzada. No sabía ni como ocultarse.

― ¡Ya! ¿Podrían dejar de molestarla? ― cortó su madre ― No les incumbe lo que haya pasado.

― Pero no es tan guapo como para andar con él ― le dijo Kaorumi.

― ¿Qué no entendiste, que no te incumbe? ― repitió la mujer.

La joven suspiró, agradecida de que su madre la rescatara en esos momentos. Sin embargo, sentía un gran pesar en su ser.

***  Cuando luego de ese largo e incómodo viaje llegó a su casa, comió calladamente y agradeció que su madre no mencionara nada sobre lo sucedido. Ni siquiera se lo mencionó a su padre... esa mujer sonriente, era una buena cómplice. Esa debía ser la retribución por escuchar sus quejas de su matrimonio....

Así que tras eso, sonrió un poco; estaba más tranquila y animada. Ya había dado -casi- el avance necesario, para confesarse a Akita; pero no lo había hecho. Ahora ambos estaban lejos... aún así, se sentía más confiada... sin importar lo que hubiera pasado o lo que él creyera de ella, sentía que debía hacerlo. Y ya lo haría después; sin duda se confesaría el lunes.

Fue a su habitación y se tumbó en la cama, un poco nerviosa; tratando de confiar aún, en que todo iría bien. Pero, súbitamente cayó en cuenta de algo muy importante. Ese día era viernes, 12 de Febrero; lo que indicaba que el día domingo, sería 14. Sería San Valentin... y ella no vería a Akita en esa fecha.  

Jamás le había dado importancia a ese día. Pero ahora... 

Y también sintió ansiedad, porque sabía que Akita tenía otra chica; alguien a quien podía ver los fines de semana. A quien probablemente vería el domingo... ¿Que pasaría entonces, si ella aprovechaba la fecha? ¿O si se declaraba él?

Se cubrió el rostro con la almohada. La sola idea de que alguien más aprovechara la oportunidad que tuvo ella... la aterraba. Le dolía imaginar que llegaría el lunes y que Akita ya tendría novia...

Ahogó su grito con la almohada a la vez que lágrimas de desesperación corrían por su rostro. 

Ya no podía hacer nada más.... tan sólo esperaría a que el lunes llegara. Y ese fin de semana, marcaría todo.... 

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