― ¿Chicas, gustan venir a comer? ― les preguntó la madre de Yami a ellas, a través de la puerta cerrada de la habitación.
― Si má', ya vamos ― le contestó su hija.
― Gracias señora ― respondió por su parte Akane.
Ese día era sábado, y Akane había ido a visitar a Yamile; ahora las dos chicas estaban encerradas en la habitación, platicando alegremente.
Sucede que, después de que el día anterior Akita acompañara a Yami a su casa, ésta había olvidado marcarle a su amiga como lo había prometido. Por eso la chica había ido curiosa, a enterarse de las novedades.
― Pensé que después de marcharse juntos, algo iba a pasar entre ustedes ― dijo Akane con desilusión, en cuánto Yami le contó lo sucedido ― Ah, pero claro... ¡Tú eres una tontita!
― Ya... Ya te he explicado por qué lo hice ― dijo la aludida mientras suspiraba ― Es sólo que disfruté tanto de su compañía, que no quise arruinarlo o modificar las cosas aún. Ya llegará su tiempo...
― Ay... bueno, qué se le va hacer. ― dijo Akane, suspirando también. ― ¡Oh! Tu madre ha venido a buscarnos ya hace rato. ¡Vamos, que el olor ha hecho que me dé mucha hambre!
La chica salió precipitadamente de la habitación y se detuvo repentinamente al final del pasillo. Yami que también corrió tras ella, chocó con su amiga ― ¿Qué pasa? ― le preguntó.
Akane se dio media vuelta; parecía estar repentinamente tímida. Entonces le susurró a su anfitriona: ― Tu papá...
― ¿Eh?
― Está en la sala, tontita ― y soltó una risita boba ― Dijiste que había ido a trabajar, incluso hoy. Y ahora me da pena ir a saludarlo.
― Pues habrá regresado temprano. Vamos, no seas boba ― Yami tomó a su amiga de la mano y avanzó hasta la sala ― Hola papá ― dijo quedo.
Él volteó a verla y sonrió de lado. ― Hola ― dijo secamente.
― Oh. Ella es Akane ―. Dijo la chica, sacando a su amiga de detrás de si misma ― Es una amiga de la vocacional.
― B.buenas tarde.s ― dijo con tímidez. Se le veía nerviosa ― Un placer conocerle.
― Sí, te recuerdo. Te he visto junto a ésta mocosa. ― se puso en pie ― Pues, vamos a comer.
Luego de eso, todos se sentaron a comer, tranquilamente.
― ¡Oh! ¡Está delicioso! ― dijo en voz alta la risueña chica de cabello teñido ― No había probado algo tan sabroso. ― Y se llevó otro bocado a la boca.
― Gracias ― respondió halagada la madre de Yamile.
― Pues deberá invitarme a comer más seguido, señora ― daba la impresión de que la chica cada vez se sentía con más confianza.
Luego de la comida, el resto se sentó en el sofá y comenzaron a ver un programa de televisión. De pronto Akane miró asombrada la escena y le susurró a su amiga.
― ¡Mira! Tu padre ha sonreído; jamás pensé que vería esto. ― Y rió por lo bajo también ― Me alegra estar contigo, tontita. Y ver a tu familia tan cómoda.
Yami sonrió. Le agradaba esa cercanía que tenia ahora con Akane.
― Oh, por cierto. Me comentaste que habías hablado con tu madre, acerca de Akita ¿No?
La chica asintió.
― Cuéntame. ¿Qué te ha dicho ella, sobre esto? ― se le notaba un fuerte tono de emoción y curiosidad.
Entonces Yamile le hizo señas para indicarle que fueran a su habitación.
― ¿Y bien? ― insistió su amiga, una vez que estuvieron a solas.
― Debo decir que no fue como lo planee ― Yami suspiró ― No le dije a mamá que él me gustaba; más bien fue cómo decirle que él era un chico al que yo quería mucho y que hasta ahora era mi mejor amigo. Le comenté sobre lo mucho que disfrutaba de su compañía y las platicas con él. Incluso, le dije sobre el actual problema que él presenta con sus materias y el riesgo de quedar fuera de la escuela; así, cómo que eso implicaba que yo... pues que nosotros nos distanciáramos y quizá las cosas cambiaran...
― Supongo que tu madre entendió. ¿Qué te dijo de aquello?
― Me escuchó hasta el final sin rechistar. Y luego, me dijo que le agradaba que hubiera encontrado a un chico así; que lo mejor que yo podía hacer era apoyarlo y mostrarle que estaría a su lado siempre. Que incluso, aunque él saliera de la escuela... que yo solo podía esperar, y que si nuestra amistad era tan buena como yo creía, entonces seguramente podríamos superar el distanciamiento por muy largo o fuerte que fuese... básicamente eso. ― Yami agachó la vista ― Lo mejor que puedo hacer, es esperar: Esperar a saber sobre sus sentimientos hacía mi, esperar a que él dé lo mejor de si, esperar a saber que pasará después... esperaré tanto como pueda.
― T.tanto así... ¿De verdad lo quieres? ― preguntó su amiga, impresionada por aquello ― Tu mamá suena muy sabia; y comprensiva también.
― Me gusta más de lo que me había gustado cualquier otro chico. ― sonrió con melancolía ― Supongo, que lo que ella dijo, me ha dado cierto valor... aunque en realidad, pensar en la perspectiva de que él se aleje de mi... me duele.
― Ay tontita. ¿Y ahora, qué pasará con Takeshi?
― ¿Qué tiene que ver él con esto? Ya te dije cansinamente, que por él ya no siento para nada lo mismo.
― Pero... ― bufó y suspiró ― Supongo que te apoyaré tanto cómo pueda.
― Muchas gracias ― dijo sentimentalmente la chica. Luego Akane la abrazó y la dejo sin aliento.
― Te quiero, aunque seas tontita. Y si quieres a Akita... pues ya sabes; no te rindas. Él no se ve tan malo.
― Eso espero.
Yami estaba a gusto; confundida, dolida y preocupada, también. Pero dejaría que por ahora, las cosas pasaran como debían pasar.... por ahora, sólo le quedaba esperar.
¿Cuánto más?
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